La luxación es la separación de dos huesos en el lugar donde se juntan, esto es, en la articulación. En una luxación o dislocación, el hueso no vuelve a su lugar de forma natural, mientras que, en la subluxación, el hueso vuelve a encajarse en su cavidad al momento.
Las luxaciones más frecuentes son la luxación de rodilla, la luxación de codo, la luxación de tobillo y la luxación de hombro y menos frecuentes la luxación de rodilla y cadera.
¿Cuáles son los síntomas de una luxación?
Cuando se produce la luxación, la persona siente un fuerte dolor que va acompañado de incapacidad para mover la articulación. También es habitual sentir adormecimiento u hormigueo.
A veces, resulta difícil diferenciar una luxación de una fractura, ya que el dolor y la deformación son en ambos casos muy similares. De cualquier forma, las dos situaciones necesitan ser tratadas con urgencia para paliar los síntomas y evitar que se produzcan complicaciones en el caso de que hubiese vasos sanguíneos, nervios o músculos afectados.
¿Por qué se producen las luxaciones?
Las luxaciones suelen ser provocadas por una caída o un fuerte golpe, o golpe de alta energía, y son comunes entre las personas que practican deportes de contacto como el rugby, el fútbol, el judo o el hockey. Sin embargo, se trata de una lesión que también puede originarse como consecuencia de un golpe leve o de baja energía en una parte específica del hueso, por lo que cualquier persona podría sufrirla.
¿Cómo se tratan las luxaciones?
Aunque una luxación no entraña un riesgo grave para la salud, lo cierto es que debe ser tratada con urgencia para evitar complicaciones y atajar el dolor. De esta forma, existen algunos primeros auxiliosante una luxación que pueden ponerse en práctica para actuar con la mayor brevedad posible.
Lo primero que debe hacerse es localizar la articulación afectada e inmovilizar el miembro en la posición en la que se ha encontrado con un cabestrillo o una férula improvisada. Bajo ningún concepto debe tratarse de colocar el hueso, ya que esto podría agravar la lesión. Puede aplicarse, sin embargo, hielo sobre la zona para producir un efecto analgésico y atenuar el dolor mientras se acude a un médico que pueda realizar correctamente la colocación. Una vez que se ha devuelto el hueso a su posición natural, es habitual que el dolor mejore significativamente, aunque también es común que el médico recete algunos analgésicos o relajantes musculares para eliminar cualquier molestia.
Existen, por otra parte, algunas circunstancias en las que puede resultar necesario realizar una intervención quirúrgica (cuando existe daño significativo en nervios o vasos sanguíneos o cuando las luxaciones se producen de forma recurrente).
¿Y después? Fisioterapia en el tratamiento de la luxación
Una vez que el hueso ha sido colocado en su sitio por un especialista, puede ser necesario iniciar un programa de rehabilitación para asegurar la completa recuperación y restaurar el rango de movimiento y fuerza de la articulación. Este debe iniciarse únicamente semanas después, ya que la articulación necesitará permanecer inmovilizada con una férula o cabestrillo para asegurar que se fija en la posición correcta.
La rehabilitación puede ser especialmente importante en el caso de ciertas luxaciones, como la de cadera, donde pueden necesitarse varios meses para alcanzar la absoluta recuperación. De la misma forma, también será importante valorar los daños en nervios u otros tejidos antes de indicar qué tratamiento debe iniciarse.
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